9 jul 2009

ALMAS EN PENA


Julio Rubén,
al final de tu muerte nos iremos
todos al norte

La casa de tu madre será demolida
Y si nos buscas en la casa de tu hermana;
no serás reconocido.

Definitivamente
el astillero ya no tendrá el tamaño de tu mano
y en el libro de asistencia habrán borrado tu nombre.

En la plaza
los esquivos rostros serán desconocidos
Y tú estarás pálido y silencioso
inclinado en el mástil de la esquina
pues no serás reconocido.

La ciudad estará con besos y rugidos. Bulliciosa.
Tú con nuevo olvido.

La ciudad será un trineo veloz en línea fulminante
hacia donde no tendrás pasaje.

Y yo cruzaré elegante sus nevadas calles
con el cromado parachoques de tu viejo Chevrolet.

Estarás de pie en el umbral del cine.
Caminarás con el largo impermeable de Bogart,
y la bufanda de seda nívea cobijará tu corbata oscura
pero no quedarán las huellas ni el perfume de tu nudo.

Y tu sombrero de alón sobre la ceja
dejara la sombra de la sonrisa hermosa
que salía del ruidoso proyector.

La ciudad toda estará móvil, febril, con vientos
Y tú;
disparo pájaro al olvido, demasiado lento.

Todo esto es una maldición
Tú y yo lo sabemos

Si te sirve de consuelo
viviré en el osario de las fábricas, confundido
recordando tus abrazos
muy lejos de donde una vez
me dijiste; hijo.

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