31 dic 2015

BARRANCO AMARILLO (Sé lo que haré en este invierno).

Clavaré  veletas
para que no las mueva el viento a propio antojo
pues  el humo de nuestra chimenea
será la pista de los pájaros de invierno
perdidos  en el tráfico de vuelos  iniciales.
¿Y tú? ¿ Cuándo vendrás a mi futuro?

Esas aves son memoria
con las hojas de mis  vacaciones invernales.
Arribarán con cantos que olvidé.

Guardaré el granizo
también
en un pajar del gallinero.
El granizo
es baqueta en la membrana del tambor de cada techo
y trazo de arquitecto.
A los pájaros les gusta el blanco de sus  rotundas plumas
y el vértigo perfecto de su trazo.

Y los huevos
con su curva de embarazo colorida  empollarán un arcoíris.

La sonrisa  de verano de mis hijos impecables
será  parida en un rayo luminoso
fugitivo  
en la barriga negra de las nubes
que no es la curva comentada.

Clavaré la veleta como quilla
anclada a tu regreso.

Se quedó la luz prendida en la cocina
y por eso se me escapan las palabras antes del regreso
cuando te apareces de improviso dando saltos de contenta
con naipes de soldados y diamantes como reina
porque hablo sin temor 
desprovisto de dolientes atenuantes
cuando clavo la veleta en la memoria.

Es que es mucho
el granizo con la nieve galopando mis tristezas
por tu ausencia acumulada,
por el dolor ventricular y la pureza.

La granizada me golpea hasta la muerte de mi infancia.
Y me aturde.
Con vocales
me atolondra la insoportable levedad de tu médula sin nombre
y me asfixia ese redoble si no clavo la veleta
de aquí a noviembre y en mi pecho.

Hay mucha metafísica nevando
en la levedad del miedo centenario al recordarte.
Miro los demonios por las llamas de la chimenea
mientras sube acelerado el humo de sus almas
por la veleta girando como loca en la tormenta.

Para este invierno
clavaré  nuestras veletas
para que no las mueva nunca el viento
con amenazas de regresos.

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