regresaré hasta el fruto seco
guardado en el rincón propicio.
Nada cambia en casa.
Habrá que levantarse.
El sol su luz arroja en madrugada
sobre la nueva piel del tacto cada día.
sobre la nueva piel del tacto cada día.
Mensajero de aventuras, va y viene iluminando
y se queda dormido mientras pasa,
en sus pliegues hondos
en su calor redondo asomando.
y se queda dormido mientras pasa,
en sus pliegues hondos
en su calor redondo asomando.
Canta el gallo atento
y moradores somos de su fulgor en cada nota.
Es un balazo apenas
de rumores y jardines
preguntando por el río en cuyas aguas quebró el cielo.
Será el invierno, digo,
para mejor vivir el humo de los barcos
porque en los grandes fríos nieva
y en los pequeños ruidos de la nieve
cantan polluelos ateridos.
Nos sentaremos a la mesa
a probar el pan caliente de otros días
a saborear ese ladrido humeante.
Un pájaro en la cocina
nos hará pensar en algún niño,
en un ángel con noticias buenas.
Solo tendremos paz cuando levante vuelo.
También preguntaremos por los perros
y por los gatos afilando uñas en la leña
con su cascabel terrible.
No quedará títere con cabeza en los recuerdos
apenas el sol caliente.